Si te digo que con tan sólo 3 minutos, 3 veces por semana y durante 3 semanas, puedes comenzar a cambiar tu físico y sobre todo tu salud, ¿qué me dirías?
¡Qué poco tiempo y qué poca energía me pides, Pedro”! Esa sería tu respuesta, probablemente.
Por mi profesión como entrenador llevo años creando y programando complejos programas de entrenamiento para deportistas profesionales y amateurs. Obviamente, se trata de programas para el rendimiento deportivo y por qué no decirlo, programas para “alimentar” la ambición humana, la cual provoca que el uso del cuerpo y de la salud, se pongan a disposición de ganar un partido o de una valoración subjetiva de un juez.
Con ello, no quiero decir que esté en contra del deporte y especialmente del de competición, pero eso sí, me gustaría hacer una gran distinción de lo que significa entrenar para competir y entrenar para estar sano y funcional.
El gran error en la sociedad consiste en, no distinguir entre ambos. La mayoría de los planes de preparación para la salud, se configuran desde la base de los programas de entrenamiento para competir. Y peor aún, esta tendencia nos hace creer que si no se entrena así, te estás alejando de lo que realmente hay que hacer y de lo que realmente funciona.
Esta forma de proceder, suele ser el desencadenante de un gran número de personas frustradas y lesionadas, ante el gran reto de estar sano, ya que se aplican bases de entrenamiento que su realidad no está capacitada para asumir.
Imagina por un momento que tienes un dolor de cabeza y en vez de administrarte un analgésico ordinario, te administraras morfina. La situación sería, simplemente insostenible. Esto ocurre en la mayoría de ocasiones con la prescripción del ejercicio físico.
De hecho, dentro del método Plus40, denomino a mi propuesta de trabajo físico, como “anti-entrenamiento”, precisamente porque quiero alejarme de los conceptos tradicionales de entrenamiento.
El gran valor de este concepto del “anti-entrenamiento” se basa en uno de los aspectos más importantes para la naturaleza de un ser humano: ¡La preservación de la energía!
Para hacer entender este concepto a mis clientes, los cuales vienen aleccionados por una sociedad donde “más es mejor”, les propongo la siguiente metáfora:
Imagina por un momento, que posees una empresa de pizzas a domicilio y que para hacer las entregas de los diferentes pedidos, utilizas vehículos tipo “Hummer”, basándonos en esa ley del “más es mejor”.
El plan es perfecto, ¿no?
Obviamente, no.
Sería un “suicidio empresarial” utilizar un vehículo que puede llegar a consumir hasta 30 litros por cada 100 km. circulando por ciudad, para entregar una pedido de pizza, que sólo pesa 500 grs y que sólo factura unos 12€ de promedio.
Sí, eso es verdad, pero ¿y lo bien que queda entregar mis pizzas con un vehículo tan impresionante?
Ya, pero las realidades son más importantes que las apariencias y si al final, tu empresa no es rentable, te verás abocado a cerrarla.
Esta metáfora recrea perfectamente, la situación de muchos hombres de más 40 años, que toman patrones de entrenamiento desajustados para su verdadera situación y objetivos.
Un hombre que sólo necesita salir del sedentarismo, abocado por la forma de vida actual y que necesita mejorar su energía para poder afrontar sus realidades, no puede y no debe gastar, dicha energía en entrenar como un profesional del mundo del deporte, porque estará “repartiendo pizzas con un Hammer”.
Para ello, mi propuesta para preservar tu energía, es que utilices una bicicleta para el “reparto de tus pizzas”.
Desde la metáfora de la bicicleta, quiero ofrecerte desde el presente artículo, algo que puedas utilizar y sacarle un gran partido.
¡3 ejercicios x 3 días a la semana!
Ejercicio 1: Plancha
Descripción:
Ejercicio 2: Sentadillas tipo “prisionero”
Descripción:
Ejercicio 3: Flexiones
Descripción:
OBSERVACIONES IMPORTANTES
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Pedro Andreu y Francisco Lorenzo
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