«Ury nos ofrece un planteamiento que refuerza nuestra confianza y que nos aporta una sensación de energía y realización personal. Todos seremos más eficaces si empezamos las negociaciones por nosotros mismos antes que con los demás.» Joanna Barsh, directora McKinsey & Company
Reflexiones y resumen sobre la lectura del libro
Obtenga El Sí Consigo Mismo, William Ury.
Aunque en principio enfocado al mundo de la negociación, es un fascinante libro que aplicando sus estrategias puede ayudarnos a mejorar muchísimo nuestras vidas.
El mayor obstáculo para cerrar acuerdos exitosos y entablar relaciones satisfactorias no está del «otro lado» sino dentro de nosotros mismos. Dicho obstáculo es nuestra tendencia natural a reaccionar de una manera contraproducente.
Pero también podemos convertir este obstáculo en nuestra mayor oportunidad. Si aprendemos a entendernos a nosotros mismos primero, sentaremos las bases para entender y persuadir a los demás.
Si queremos ser mejores negociadores, debemos establecer un marco de referencia de nuestra estrategia. Esto se logra dando seis importantes pasos que nos permitirán ser más conscientes.
De forma breve, expongo a continuación los seis pasos:
¿Qué quiero? ¿Qué necesito? Serian las preguntas adecuadas que tendrías que hacerte.
Observarte sin evaluar, escucharte con empatía. Preguntarte ¿Por qué?
Un auténtico compromiso contigo mismo.
Propone como ejercicio recordar a diario la conexión con la vida (meditar, pasear, reflexionar, observar, contemplar…). La esencia de este punto: cultivar GRATITUD
Decir sí al pasado (terminar con los resentimientos)
Decir sí al futuro (deshacerte del miedo y confiar)
Decir sí al presente (apreciar el momento, lo que ahora tienes)
Tenemos miedo a Ser Grandes.
Propone que limpies tu ventana exterior y dejes que tu «LUZ» brille para los demás. Para ello reflexiona en esta pregunta y su respuesta: ¿Qué te inspira?
Dar para que todos ganen
Dar por placer y realización vital
Dar lo que tienes
______________
Especialmente importante para mí ha sido la reflexión del primer punto.
Cada día procuro pararme y preguntarme una y otra vez (a los 52) ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué necesito?
Puede parecer que a determinadas edades las cosas están claras y el barco en el que andamos navegando es el adecuado.
Nada más lejos de la realidad.
Cuando embarcamos inicialmente lo hacemos en el primer barco disponible (condicionado por todas las experiencias pasadas – especialmente afectan el entorno y la genética) y continuamos navegando en el mismo durante toda la vida.
Cuando llega un momento en que nos asomamos por la borda y observamos el océano en que nos encontramos, el continente al que nos dirigimos, el tipo de aves que sobrevuelan el barco… puede aparecer el drama de cada día: un barco, ya no sin rumbo, sino con el destino equivocado.
Por eso cada día, incluso aunque cada vez más decida hacia donde me dirijo, me pregunto ¿Es esto lo que quiero? ¿Qué quiero realmente?
A veces es una pregunta consciente, otras inconsciente.
Claro que puede que cuando uno se asome por la borda sea demasiado tarde.
Así que te animo a que esta mañana te asomes por la borda, tal vez sea una agradable sorpresa… quién sabe.
Feliz día.
Francisco.
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Simplemente un ejemplo, de que no estoy equivocado